Japón es, para la mayoría de nosotros, un país que está tan lleno de mitos que parece hecho de pura fantasía. Muchas de las historias que hemos leído o que nos han contado acerca de Japón son difíciles de creer o simplemente falsas. Pero lo que cuenta un documental de reciente difusión titulado ¨Los trabajadores prescindibles de Japón: refugiados de ciber café" es totalmente verídico. Y por eso, precisamente, aterrador. Porque aterradora tiene que ser la experiencia de vivir durante meses en un pequeño cubículo de 4 m² que normalmente debería usarse solamente para pasar un rato navegando por Internet.

https://vimeo.com/121705174

Contrariamente a lo que se podría pensar, las gentes que viven de esta manera no son en todos los casos personas que vivan al margen de la sociedad. La manera en que estos locales son gestionados (los puestos se alquilan por horas y lo que haga dentro el usuario no es incumbencia de nadie) hace que no sólo sea legal, si no permitido, conocido y hasta aceptado que haya gente que, arrastrada por las circunstancias, termine instalándose en un cubículo de un ciber café. Al parecer, también hay parejas de amantes que hacen un uso igualmente poco ortodoxo en las instalaciones.

Los "residentes"

Trabajadores a tiempo parcial, empleados con un salario demasiado bajo para alquilar un apartamento, gente con problemas de comunicación o tendencias asociales, o simplemente alguien que está pasando una mala racha personal, son inquilinos, perdón, clientes habituales de estos lugares. Increíblemente, se las apañan para hacer la colada, mantener el aseo personal, cocinar de manera básica e incluso fumar sin descanso por recibir visitas. Claro está que no todos los ciber cafés de Japón son aptos para estas situaciones. Según cuentan, los llamados "manga kissa" o "puntos de lectura de comics manga" son los más permisivos con tales clientes. Además, el boca a boca sirve para que quienes los están buscando los encuentre.

Las historias de algunos de los inquilinos de un ciber café hacen pensar que las dificultades económicas son la principal razón que arrastraba muchas de estas personas a este tipo de vida. Como la historia del señor Sakai, de 42 años, que dejó su trabajo en una empresa de tarjetas de crédito después de consagrar 20 años la empresa, y ahora se ve obligado a subsistir en uno de estos cubículos mientras se mantiene gracias a un empleo a tiempo parcial en la empresa de un amigo. Las "habitaciones" están equipadas con perchas, auriculares, televisión y por supuesto un ordenador con conexión permanente a Internet. Su aspecto es aséptico, con las paredes pintadas en gris metálico oscuro. Todo el local está pintado con el mismo color, y las imágenes del documental hacen pensar en una sofisticada prisión del futuro más que en una verdadera comunidad de vecinos.

Ciudadanos anónimos

Fumiya, de 26 años, trabaja como guardia de seguridad pero no ganan lo suficiente para pagar un apartamento en la carísima ciudad de Tokio. Lleva todo un año viviendo en un ciber café y un pequeño poster con personajes de videojuegos es toda la decoración que ostenta su "casa". Aya, de 18 años, lo perdió todo en el tsunami de 2011. Vive en uno de estos cubículos y su madre en el contiguo. Cada mañana, los peculiares residentes de varios ciber cafés a lo largo y ancho del centro de la capital de Japón se asean, se visten y se preparan para ir como cualquier otra persona. En el metro o en el autobús se cruzarán con miles de personas que poco antes habrán cerrado la puerta de un verdadero hogar. Mientras que ellos se habrán lavado los dientes en el cuarto de baño compartido de un local oscuro y silencioso. No es de extrañar que muchos de estos "ciber residentes" asegure que su sueño es ahorrar lo suficiente para dejar Japón y vivir en algún país más amable con los que no han tenido la suerte de mantenerse en la cima de la pirámide alimenticia.

El autor de este documental ha retratado la cara más oscura y desconocida de Japón en otros trabajos como "Explotado hasta el suicidio", que ilustra el despiadado ritmo laboral que a muchas empresas japonesas exigen a sus empleados, o "Un lugar donde caer", que habla del drama de los ancianos sin hogar en el país del sol naciente. Y es que, como asegura un dicho oriental, "siempre que hay sol hay sombras".

Todas las imágenes insertadas en este post son fotogramas del documental de libre distribución "Net Cafe Refugees" de Shiho Fukada