Mucho hay que pensar para imaginarse sin teléfono móvil. Pero sí, antes de estar siempre pegado a un smartphone también teníamos vida social, amigos y nos llegaban eventos a los que asistir.

No es extraño quedar con varios amigos en un bar y ver cómo poco a poco todos acaban sacando su móvil del bolsillo para comprobar si tienen algún WhatsApp sin contestar o alguna notificación pendiente. Ni que decir tiene el ansia que entra normalmente cuando el teléfono se queda olvidado en casa.

No te creas que hablamos sin fundamento. Un 25% de los españoles de entre 18 y 64 años muestra síntomas de adicción a Internet y un 26% reconoce que su vida personal depende bastante del móvil, según datos de un estudio de la OCU sobre el riesgo de adicción a móviles y ordenadores que publica en la revista OCU-Salud de diciembre.

Rebuscando por Internet, porque nuestra memoria es incapaz de averiguar lo que hacíamos antes de la era móvil, hemos descubierto cosas bastante interesantes.

Una muestra de ello es pensar en el metro. Antes de ir enganchados al teléfono móvil la gente era capaz de ir en este transporte público sin hacer nada. Sí, ¡nada! Simplemente sentado o intentando enterarse de las conversaciones ajenas. ¿Lo recuerdas? Nosotros tampoco.

Quedar con alguien y esperar un rato porque llega tarde ahora mismo no supone mucho problema. Algo de música, algún juego en el teléfono, una llamada para entretenerte o coger el WhatsApp por banda. ¿Y qué hacías antes? Parece de chiste, pero simplemente esperar. Observar a la gente de alrededor, volver a intentar enterarte de conversaciones que tienen los que están a tu lado e incluso hablar con el camarero que te sirve el café. Eso sí, anda que no se aprendían trucos con servilletas e incluso con las cajetillas de tabaco para pasar el rato. Si no te lo crees o no sabes de qué te hablamos, mira este vídeo:

Te parecerá asombroso, pero hubo una época en la que daba vergüenza que sonase el teléfono en público, porque no era algo habitual. Y lo más alucinante, se podía quedar con los amigos sin necesidad de crear un grupo en aplicaciones de mensajerías. ¿Cómo? Con los teléfonos fijos y las cabinas que se encontraban en cada esquina. La gente se sabía los teléfonos de la casa de sus amigos de memoria, o incluso llevaban algunos apuntados y, de hecho, si en algún momento quedabas con alguien, aunque faltaran varios días para la cita, ese plan era inamovible. Raro era recibir una llamada para cambiar el plan.

Regresar a esa época ya no es posible, pero existen límites que es mejor no cruzar, como el que se muestra en este vídeo que parece un poco exagerado pero que seguramente no esté tan alejado de la realidad, ¿o no? Si te atreves a descubrir cuál es tu grado de adicción, contesta a esta encuesta.