El término jamming se utiliza para describir una interferencia intencionada en señales de comunicación inalámbrica, con el objetivo de bloquear, interrumpir o degradar su funcionamiento. En otras palabras, el jamming es una técnica empleada para anular la comunicación entre dispositivos, afectando la transmisión de datos, voz o información en tiempo real.

El fenómeno del jamming puede darse en distintos contextos: desde el ámbito militar —donde se usa para bloquear radares o comunicaciones enemigas— hasta entornos civiles, donde puede interferir con señales de telefonía móvil, GPS o redes inalámbricas. Su uso, sin embargo, está estrictamente regulado o prohibido en la mayoría de los países, ya que puede afectar servicios públicos esenciales o la seguridad de las personas.

En el entorno digital actual, donde dependemos cada vez más de las redes inalámbricas, el jamming representa una amenaza importante para la conectividad. Puede producir desde simples interrupciones en la señal hasta la pérdida total de comunicación, afectando tanto a usuarios domésticos como a empresas.

¿Qué es jamming?

El jamming consiste en la emisión deliberada de señales de radio en la misma frecuencia que un sistema de comunicación, provocando interferencias que impiden el funcionamiento normal de los dispositivos. Estas señales falsas o ruidosas se “superponen” a las legítimas, generando un ruido electromagnético que hace imposible que los equipos se comuniquen correctamente.

Por ejemplo, en una red WIFI, un ataque de jamming puede causar lentitud extrema o desconexiones constantes, impidiendo que los dispositivos accedan a internet. Este tipo de sabotaje puede realizarse mediante dispositivos específicos llamados signal jammers, capaces de emitir señales potentes para bloquear una frecuencia determinada.

Aunque el término “jamming” suele asociarse a ataques maliciosos, también puede producirse de forma accidental, cuando varios dispositivos emiten en el mismo canal de frecuencia o cuando existen fuentes de interferencia cercanas, como microondas, routers mal configurados o dispositivos Bluetooth.

En el ámbito empresarial, el jamming puede representar un riesgo de ciberseguridad, ya que forma parte de las técnicas de denegación de servicio (DoS) en entornos inalámbricos. Por ello, muchas compañías adoptan medidas preventivas como el uso de redes seguras, la monitorización del espectro y la configuración avanzada de sus sistemas de comunicación.

En resumen, el jamming es una técnica de interferencia que busca obstaculizar la comunicación entre dispositivos, afectando el rendimiento y la seguridad de las redes. Con el crecimiento del entorno inalámbrico, conocer sus efectos y cómo prevenirlos es esencial para mantener una conectividad estable y segura.