Todos conocemos las técnicas GTD, cómo aumentar nuestra productividad, cómo organizar mejor el tiempo,... parece que vivimos en un mundo en el que no vale la pena quedarse quieto, un mundo en el que disfrutar tranquilamente o hacer las cosas de forma serena y pausada es sinónimo de atraso. Por si fuera poco, existe una corriente de sleep hackers, personas que intentan transformar sus hábitos de sueño para dormir menos, pero mejor, y por tanto rendir más en su vida de trabajo.
Thomas Edison era todo un sleep hacker, más que nada porque tuvo épocas de trabajo en las que dormía 4 horas diarias, o bien trabajaba sin descanso durante 72 horas para dormir luego 36 seguidas. Un inventor tan prolífico como él, y resulta que dormía menos que un búho.
Pero Edison dormía esporádicas siestas, lo cual venía a completar su cuota de sueño. Dormir es esencial. El caso es que si nos vamos al extremo de la paranoia y controlamos nuestros biorritmos, y estudiamos cómo soñamos, en qué momento pasamos de la fase del sueño ligero a la fase REM... estamos en las mismas: ¿agobiándonos para conseguir qué?
Personalmente solo me permito modificar mis hábitos de sueño en lo que se refiere a la hora de levantarse. He comprobado que trabajo mejor cuanto más temprano me levanto, dentro de un orden. He intentado pasar de levantarme y empezar a trabajar a las 8, a hacerlo a las 7, y 6 de la mañana. Y lo que mejor me funciona son las 6. Sin embargo eso implica levantarse a las 5:30 como muy tarde, despejarse, desayunar y ponerse al trabajo. Tengo suerte de poder trabajar en casa, desde luego.
Pero lo más difícil no es levantarse, sino saber cuándo acostarse. Para eso hay unas calculadoras que ayudan a saber la hora óptima de dormir para levantarse a una hora determinada. Lo vimos en Sin vuelta de hoja. Pero, ¿dormir menos? ¿Es que no nos llega con trabajar más que nunca? En todo caso, tratemos de trabajar menos y mejor.
Vía | El País
Foto | Bettman/Corbis via TIME