Cada vez es más corriente que a la hora de comprar un producto nos ofrezcan comprar una garantía extendida sobre la que da el fabricante, que aunque no en todos los países es igual en España hay que recordar que es de dos años.

La reacción en muchos casos es la de decir que sí para proteger de alguna forma la compra que acabamos de hacer.

Pero según se puede leer en Unwarranted, en muchos casos no es tan buena idea adquirir esa garantía extendida.

Por una parte, la probabilidad de que lo que estamos protegiendo con esa extensión de garantía vaya a estropearse, y a menudo, en especial con los productos tecnológicos, si esto llega a pasar, sale casi mejor reemplazarlo por un modelo nuevo que por el mismo precio hará más cosas.

Y éste es, por cierto, uno de los principales puntos a tener en cuenta: ¿qué porcentaje del precio supone esa garantía extra?

En el citado artículo dicen que para la mayoría de las personas una compra de 300 ó 400 euros entra dentro de lo que se pueden permitir reemplazar sin mayores problemas, crisis mediante.

Por otra parte muchas veces estas garantías tienen tanta letra pequeña y tantas salvedades que igual aunque se estropee no quedamos cubiertos, y aunque lo estemos, a menudo quien da el servicio de garantía, que raramente es el fabricante, juega a ponernos las cosas tan complicadas que acabamos desistiendo por desesperación.

Lo que sí parece claro es que es todo un negocio para quien las vende: según los datos que aporta el autor del artículo en los Estados Unidos estas garantías extendidas suponen unos ingresos de unos 15.000 millones de dólares al año de los que sólo 3.000 se destinan a cubrir reparaciones y reemplazos.

De hecho, aunque no hay datos oficiales al respecto, muchos analistas sospechan que las grandes cadenas que venden a precios muy reducidos sacan una importantísima, sino la mayor, parte de su beneficio de la venta de estas garantías extendidas.

Así que la próxima vez que te ofrezcan una, piénsatelo dos veces.

{Foto Split Open Battery, CC por Steve Swayne}