Es curioso cómo a lo largo de la última década nos hemos ido acostumbrado a la idea de tener toda nuestra información importante dentro de lo que se conoce como la “nube”.

Una abstracción que sirve para imaginar ese lugar en el que nuestras fotografías, vídeos, documentos de texto, contactos, videojuegos, favoritos de Internet o lo que sea que alcance nuestra imaginación, descansan plácidamente hasta que los necesitamos.

Y es que no fue hasta la llegada de los smartphones que ese concepto de no llevar nada almacenado en nuestro terminal empezó a tener sentido: la nube nos permite acceder a nuestra información desde cualquier dispositivo con capacidad para conectarse a Internet, está disponible 24/7 los 365 días del año y en caso de que un camión pase por encima de nuestro iPhone o Android, podremos recuperarlo todo cuando nos compremos uno nuevo.

Ahora bien, ¿te has parado alguna vez a pensar dónde está exactamente eso que denominan “la nube”? Bueno, obviamente no, no se han inventado los servidores voladores, y mucho menos, en las cantidades que se requieren actualmente para cubrir todas las necesidades de un planeta que tiene virtualizada, prácticamente, la totalidad de su información más sensible.

¿De dónde viene la nube?

Antes de explicar su funcionamiento, vamos a hacer un pequeño repaso a su historia.

En realidad, esto que los ingleses llaman cloud computing, no es otra cosa que “el modelo de almacenamiento de datos a través de redes de ordenadores” que se desarrolló hace más de 50 años, en la década de los 60 del siglo pasado.

primer servidor de almacenamiento cloud en Manchester

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La idea es tan sencilla como previsible: almacenar información en unos enormes servidores, a los que más tarde se puede acceder de forma remota para consultarlos sin necesidad de estar allí presentes, para corregir, eliminar o crear nuevos contenidos.

De esta manera, se permite a la empresa que organiza esa información parcelar qué puede ver cada usuario.

E, incluso, dependiendo de su volumen, utilizar distintos centros alrededor del mundo para garantizar el mejor servicio posible.

¿Qué servicios utilizan la nube?

Aunque la adopción de estas tecnologías se ha multiplicado en los últimos años, hace algo más de una década que comenzaron a proliferar los servicios de almacenamiento.

Dropbox, por ejemplo, inició su carrera de éxito alrededor de la idea de ofrecernos una cantidad de gigas extra lejos de la memoria física de nuestro teléfono.

Una forma innovadora (en aquel 2008) de guardar archivos, documentos, fotos o vídeos para que no hiciera falta llevarlos físicamente consumiendo espacio.

diagrama de almacenamiento cloud

A medida que las conexiones fueron mejorando, tanto por la expansión de la fibra en nuestras casas como por las redes móviles cada vez más rápidas, esos servicios fueron alcanzado a todo tipo de actividades que trasladaron toda su actividad a la nube.

En la actualidad, no solo ese almacenamiento se realiza de forma remota en nubes como Google Drive, OneDrive de Microsoft, la propia Dropbox, iCloud o Amazon.

Las empresas han comprendido la importancia de estar siempre disponibles para sus potenciales clientes, y se sirven de ellas para trabajar. A todas horas.

Es por eso que cuando reproducimos una película o una serie de Netflix, estamos utilizando la nube.

Cuando creamos un nuevo contacto en el teléfono, estamos usando la nube.

O cuando pedimos en el cajero del banco un extracto de nuestro saldo de la cuenta, o al bajarnos un libro para el Kindle, o al escuchar un tema musical de Spotify y, por supuesto, al alquilar una habitación de hotel, comprar un objeto de segunda mano o hacer una reserva para un restaurante.

Todos utilizan la nube.

¿Dónde se almacenan los datos de la nube?

La respuesta es muy sencilla: en un data center, o mejor dicho, un centro de procesamiento de datos de los que hay miles repartidos por todo el mundo.

Se trata de enormes superficies donde hay servidores trabajando 24/7 los 365 días del año, que son los encargados de almacenar toda la información que subimos desde un aplicación.

Por ejemplo, esa fotografía que acabáis de capturar y que instantáneamente se sube sola a la nube.

data center

Esos centros están repartidos por todo el mundo, llegando a la paradoja de que el mismo servicio que tenemos contratado, por ejemplo con Dropbox, guarda nuestras imágenes en un centro de datos en EE.UU., mientras que ese otro documento de Word lo ha llevado a un continente distinto.

Aunque físicamente estén separados por distancias siderales, ambos los veremos en la misma pantalla a una distancia tan corta como la de nuestro propio dedo.

Obviamente, para mantener esa actividad frenética con miles de millones de peticiones a todas horas, esos centros de datos necesitan de toda una batería de medidas de seguridad para no perder todo lo que almacenan ni quedarse fuera de servicio.

Es por eso que los data center están preparados para realizar copias de seguridad de forma periódica.

Y, sobre todo, cortafuegos para evitar problemas como un corte repentino de energía.

Algunos de estos centros no solo cuentan con medidas alternativas ante una falta de suministro, sino que añaden terceras y cuartas capas capaces de mantener la actividad durante un número prudencial de horas.

Eso sí, no penséis que esos centros de datos están creados por las empresas con las que contratáis los servicios.

En la mayoría de ocasiones se trata de otras compañías que son las dueñas de esos data center las que se hacen cargo del servicio.

Es el caso de Amazon, Google o Microsoft que, con sus marcas AWS (Amazon Web Services), Azure Arc y Google, copan la práctica totalidad del almacenamiento que requieren las empresas que nos hacen llegar su información a través de apps para móviles, tablets, ordenadores, consolas, Smart TV, etc.


Así que recuerda, la próxima vez que des al "play" a una película, estarás utilizando la nube. Una que podría estar a miles de kilómetros de tu casa pero que, por simplificar, seguiremos pensando que en realidad baja del cielo. Si quieres información sobre nuestras ofertas, llámanos gratuitamente al 900 696 301 o consulta nuestra web.

Y tú, ¿usas mucho estos servicios de almacenamiento o de streaming?