Kickstarter es la más famosa de entre las páginas web de crowdfunding, donde personas particulares pueden realizar pequeñas contribuciones de dinero a start ups o nuevos proyectos, habitualmente relacionados con el mundo del arte, la música y los videojuegos, aunque se pueden encontrar también todo tipo de curiosas propuestas.

En algunos casos, el emprendedor pide dinero de forma altruista. Otras veces, los nuevos "accionistas" reciben algo a cambio, como una participación en la empresa o una comisión por ventas del producto, si éste llegara a salir adelante. El documental "All things must pass: the rise and fall of tower records", que logró recaudar un 184% de la financiación que solicitaba (92.025 dólares, aunque sólo había pedido 50.000) ofreció a sus solidarios colaboradores incluir sus nombres en los créditos finales de la película. A los que pagaban más, ofrecía también un DVD con el documental, contenidos extra y autógrafos del autor y del realizador de la cinta.

No es un fenómeno nuevo. En 1997, la banda británica Marillion pidió a sus fans 60.000 dólares para su gira por Estados Unidos. ¡Hecho! Antes aún, allá por los ochenta, el primer batería de Extremoduro, Luis von Fanta, vendió papeletas por valor de 1.000 pesetas para costearse su primera maqueta. ¡Hecho!

Parece un chollo, pero no es oro todo lo que reluce. La mayor parte de los proyectos tienen detrás a personas entusiastas, lo que no significa que el producto vaya a tener cabida en el mercado. Pero unos pocos productos no tienen ni siquiera la intención de hacerse realidad.

  • ¿Perros que hablan?

Un laboratorio con el nombre de Sociedad Nórdica para la Invención y el Descubrimiento ha pedido dinero a través de la web Indiegogo para crear (no es broma) un aparato que traduzca los ladridos de un perro al inglés, francés, español y chino.

El aparato en cuestión se llama No More Woof. Ni siquiera existe aún; la empresa pedía dinero para la investigación previa a su desarrollo. En un mes recaudaron 20.000 euros, que muy probablemente irán a parar directamente a los bolsillos de los supuestos investigadores.

  • Demasiado bueno para ser verdad

Otro caso: "My thic: the story of gods and men" era un videojuego que querían hacer en el estudio Little Monster Productions, formado supuestamente por doce veteranos de la industria que habían trabajado en juegos como World of Warcraft. Recaudaron casi 4.800 dólares antes de ser descubiertos... Todo era falso.

Para ser justos, también ha habido fraudes en sentido contrario. Un usuario llamado Encik Farham hizo grandes donaciones a más de un centenar de campañas en Kickstarter para recibir la recompensa, y luego devolvía los cargos.

El crowdfunding es legal, pero no está supervisado por ninguna entidad. Los portales como Kickstarter eliminan las campañas cuando detectan que se trata de un timo, pero lo hacen muy pocas veces, y probablemente tarde. ¿Cómo protegerse de un fraude? Hace unas semanas, un conocido, orgulloso inversor en webs de crowdfunding, me reveló su receta: "La mayoría de la gente es honrada. De todos modos, la clave está en invertir pequeñas cantidades de dinero, de 10 o 20 euros, en una variedad de proyectos. Así se reparte el riesgo. Sabes que algunos no saldrán adelante, por el motivo que sea, pero otros podrían dar el pelotazo".

Por supuesto, el sentido común puede ayudar también a identificar qué proyectos parecen más sólidos. También conviene comprobar que figure el nombre de los emprendedores y de la empresa, y contrastar si verdaderamente existen a través de las redes sociales o de Google.