A través de Mashable he descubierto este vídeo que explica así a las claras y sin paños calientes cuáles son ?sorprendentemente? algunos de los objetos cotidianos que están más limpios que un teléfono móvil normal y corriente.

La forma de calcular estos datos la hacen nuestros queridos científicos locos midiendo la cantidad de bacterias por unidad de superficie. Las bacterias llegan allí a través de nuestras manos, el aire o la saliva de la tos y la respiración. Como no todo el mundo limpia adecuadamente los terminales, o no lo hace demasiado a menudo, ahí se quedan los bichitos, sobreviviendo y acechando de forma persistente hasta que mueren o alguien más utiliza el teléfono y se contagia.

En el caso de los teléfonos móviles el video dice que llegan a tener unas 25.100 bacterias por pulgada cuadrada (unas 4.000 por cm². ¿Eso es mucho o poco? Comparativamente, y de más limpio a más sucio podemos compararlo con otros objetos con los que convivimos a diario, como la tapa de un inodoro, donde puede haber 1.200 bacterias por pulgada cuadrada ?es decir, diez veces menos? o la mesa de la cocina con unas 1.700. En el plato de comida de la mascota suele haber unas 2.100 y también 4.500 en una pantalla de cajero automático o similar. Entre los objetos más sucios están también los pomos de las puertas, con 8.600 bacterias por pulgada cuadrada, que no dejan de ser unas tres veces menos que un teléfono móvil.

La solución para una convivencia más sana con los terminales móviles y otros aparatitos ya la explicamos en este blog hace tiempo: limpiar el teléfono móvil y los gadgets de forma apropiada. La fórmula más sencilla para hacerlo bien es utilizar toallitas para limpiar las gafas y otro tipo de cristales de esas que venden en cualquier supermercado, tienda de óptica o en la tienda de «todo a un euro».

Hay quien cree que no hay mal que por bien no venga e incluso ha aprovechado esta circunstancia para crear arte, dejando crecer las bacterias sobre algunos terminales móviles y luego fotografiándolas mediante colores y luces especiales, como si fueran una placa de Petri. Queda un poco raro y «peludo» y aunque en la realidad esto nunca suceda permite hacerse una idea de cómo funcionan nuestras pequeñas amigas las bacterias.

Respecto a otros problemas de contaminación un estudio de la Universidad de Stanford concluyó que cuando alguien pone sus sucias manazas en el móvil y deja «pegado» un virus, existe un 30 por ciento de probabilidades de que la siguiente persona que lo utilice lo «reciba» como regalo sorpresa sin darse cuenta. Si de ahí llega hasta la nariz o los ojos, ¡bingo! Contagio al canto. Como decían en Engadget tal vez no sea buena idea que la gente con misofobia lea estas cosas porque su trastorno obsesivo-compulsivo les puede llevar a hacer cosas raras con sus teléfonos móviles (o los de los demás), pero bueno, ahí queda el dato.

El mejor consejo, como siempre, es el sentido común: es mejor mantener el terminal limpio no solo porque es más higiénico sino porque además se ve mejor la pantalla. Llevar unas toallitas encima o tener un paquete en la mesa no es ninguna incomodidad (ni resulta demasiado caro) así que limpiarlo de vez en cuando parece una buena idea. Si limpiamos a diario el cuarto de baño o la mesa de la cocina, ¿por qué no hacer lo mismo con nuestro querido móvil?