Es casi imposible que no hayas oído hablar alguna vez de Cyanogen, ese "hijo desagradecido" de Android que decidió independizarse para hacer las cosas a su manera. Digamos que Google puso un circo llamado Android, con entrada libre, y le crecieron los enanos, que se fueron por su cuenta a montar otro circo. Porque Cyanogen es eso: un sistema operativo basado en Android, que comparte con éste un montón de cosas, tal vez más de las que le gustaría reconocer. Al igual que la creación de Google, es de código abierto, pero su afán por diferenciarse de Android es tan virulento como, tal vez, injustificado. "Google es el enemigo" declaró hace poco Kirt McMaster, directivo de Cyanogen.

Que nadie se equivoque. No estamos ante un grupo de programadores que intentan "liberar" a Android de sus servidumbres comerciales o de sus lazos con Google, sin más. Cyanogen no va por libre, y gran parte de su financiación viene de empresas que en algunos casos son rivales directos de Google, y de vez en cuando revive el rumor de que Microsoft podría aportar unos millones a su causa. Para muchos, este grupo de desarrolladores que pudo convertirse en legendario se ha tornado en un grupo de "vendidos" que reniegan de sus orígenes y se dedican a despotricar contra la mano que les dio de comer (Google llegó a felicitarles tiempo atrás por su buen trabajo).

El entorno Cyanogen pretende ser una réplica del Android, pero sin vínculos con Google, evitando por ejemplo productos de la Play Store o aplicaciones como el navegador Chrome. A cambio, aseguran ofrecer -ahora o algún día- una experiencia más limpia al usuario, sin AdWare, SpyWare, tráfico de datos ni ningún tipo de artimaña "comercial". Habrá que ver en qué quedan estas buenas intenciones y si son capaces de mantener los estándares que hicieron las delicias de muchos usuarios que se volvieron fanáticos de las ROMs de Cyanogen. Desde que en 2008 consiguieron descubrir un método para "rootear" terminales Android, los de Cyanogen no han cejado en su empeño de reproducir lo bueno del ecosistema Android sin lo malo, como por ejemplo tener que pagar por el uso de apps con licencias Google.

Para la mayoría de usuarios, un sistema operativo sin tienda de aplicaciones y con una estabilidad bastante buena pero no extraordinaria, puede ser un hueso difícil de digerir. Ojo, no significa que un Smartphone con Cyanogen no pueda usar las aplicaciones de Play. Eso lo decidirá el usuario. Lo que ocurre es que esas aplicaciones no estarán instalada por defecto en el móvil. Lo cual, por otro lado, significa menos consumo de datos, mayor duración de la batería, menos intrusismo y mejor experiencia de uso en muchos programas? Para la mayoría de los casos hay alternativas más o menos equivalentes: Opera en lugar de Chrome, MS Office en vez de Google Docs? Pero una solución así es el mismo perro con otro collar, es decir, que el usuario simplemente cambia de proveedor para sus necesidades sin liberarse completamente del "yugo" comercial.

Todos sabemos también que Google, además de fabricar sus propios smartphones, cuenta con una legión de fabricantes que no tienen ningún problema en pagar lo correspondiente e incluir el set de aplicaciones habitual (Google Maps, GMail, Chrome?), mientras que Cyanogen cuenta con solo tres marcas, -muy minoritarias- OnePlus, BLU y MicroMax, que fabriquen en exclusiva productos para ellos.

En definitiva, no se puede menos que alabar las buenas intenciones del grupo Cyanogen. La idea de recrear un Android completamente libre es maravillosa, pero los métodos utilizados hasta ahora dan que pensar: es sabido que Cyanogen obtiene dinero por incluir algunas apps "no Google" y desde luego no hay que olvidar que en su origen se comenzó a distribuir desde la propia Google Play. Que pasado un tiempo renieguen de sus orígenes y busquen reafirmarse arrimándose a la sombra de otro árbol puede ser comprensible, pero como siempre, el tiempo y el número de usuarios serán quienes den o quiten la razón.