Hay veces que la caja tonta, por muchas pulgadas que tenga su pantalla, parece rebosar rarunez. Sí, solo una palabra rara puede describir cosas tan raras como algunas series y programas de televisión tan raras que duraron un suspiro o que aguantaron y fueron aguantadas muy poco tiempo. Hagamos un repaso por este listado de rarezas televisivas pero vaya por delante una advertencia: hemos omitido deliberadamente cualquier programa japonés porque, como todo el mundo sabe, el principal objetivo de los programas y concursos de aquel país es controlar la superpoblación que sufren, eliminando de una manera original y simpática a un concursante tras otro que suele terminar ahogado, machacado, devorado, envenenado o simplemente se autodestruye. ¿Recordáis "Humor amarillo"? Pues eso.
"¿Quién quiere casarse con un multimillonario?" era el título de un ?por entonces pionero- reality que la cadena norteamericana FOX emitió allá por el año 2000. Como el título indica, la cosa consistía en hacer competir a 50 pretendientes femeninas que pugnaban por desposarse con un misterioso ricachón del que solo podían ver la silueta. Al acabar el concurso, un tal Rick Rockwell se casó en directo con Darva Conger. No solo sus nombres eran raros: el tal Rick tenía una orden de alojamiento por violencia doméstica contra su anterior pareja y su supuesta fortuna se reducía a 750.000 dólares.El consiguiente escándalo eliminó la posibilidad de una segunda edición.
¿Recordáis a Michael J. Fox? Si es así, seguro que no es gracias a la serie que, bajo el imaginativo nombre de "The Michael J. Fox Show", trató de relanzar la carrera del mítico McFly de Regreso al Futuro. La serie en cuestión se canceló antes siquiera de concluir la primera temporada porque apenas llegó a los dos millones de espectadores. Y eso, en Estados Unidos, es poco. Así que el bueno de Michael regresó al pasado del que tal vez nunca quiso salir.
"El hombre contra la bestia" partía de una idea que podía parecer original e incluso buena: enfrentar a especímenes del género humano (más o menos) con otros animales en pruebas de fuerza o resistencia. Aquellos que, deslumbrados por el título, esperasen luchas cuerpo a cuerpo entre un oso y un luchador de sumo quedaron decepcionados al comprobar que por razones éticas y prácticas no se puede dañar a un animal con el simple objeto de divertir al personal (a menos que se trate de una fiesta considerada patrimonio cultural, en cuyo caso será subvencionada y promocionada). Con esta y otras limitaciones, el programa se redujo a competiciones como ver quién era capaz de comer más salchichas, si un oso o un concursante, una carrera de obstáculos entre un marine y un chimpancé o ver quién arrastraba durante más trecho un avión: un elefante o 44 enanos. Sin comentarios.
Tal vez, la mejor enseñanza que podemos extraer de todo esto es que lo raro no siempre triunfa y sobre todo que no hay rareza que cien años dure, al menos en televisión.