Primero fue el ordenador de sobremesa. Después llegó el portátil. Más tarde los notebooks, las tabletas y, naturalmente, los smartphones. Y lo cierto es que, cada vez que apareció en el mercado cada una de estas cosas, sus características y prestaciones han tendido a igualarse. Tanto es así, que es probable que muchos de nosotros llevemos en el bolsillo un teléfono un móvil cuyo procesador sea más moderno y potente que el del ordenador que usamos en la oficina. A título personal, me ha resultado francamente curioso escuchar a tres amigos que han cambiado de móvil en el último mes decir que "ya ni siquiera necesitan su tablet".
Si uno investiga un poco sobre este tema (si los smartphones actuales pueden sustituir para todo a un ordenador de sobremesa), es fácil encontrar por ahí muchas listas de razones tanto a favor como en contra. También parece ser una cuestión que despierta mucho interés entre los usuarios, como si fuese muy importante acceder a la tecnología más potente y moderna pero usando los dispositivos los más pequeños posible. Ahora bien, ¿es esto realmente necesario? Y también, ¿dónde está el límite? Para la mayoría, está claro que el tamaño importa y que no es lo mismo escribir o trabajar usando una pantalla de cinco pulgadas que una de 19, por ejemplo. Pero hay quien parece entusiasmarse con la posibilidad de manejar hojas de cálculo, procesadores de texto y demás herramientas ofimáticas en un gadget que cabe en el bolsillo. Que se puede, está claro. Que el límite está en nuestra fisiología, también.
Lo cierto es que muchas personas pueden no necesitar un ordenador ni siquiera para trabajar. Y también es verdad que cada vez se fabrican y venden menos ordenadores de sobremesa. Irónicamente, hoy día usamos los PCs casi como ordenadores secundarios o de apoyo para las tareas que no podemos desempeñar cómodamente con la tableta... o con el móvil. Para los usuarios de muchos países en vías de desarrollo, el móvil es el verdadero ordenador personal, y con él obtienen información, usan las redes sociales, hacen o reciben pagos y por supuesto atienden su correo electrónico y navegan por Internet. Para la mayoría de estas tareas, incluso un procesador de gama baja es suficiente. Sin embargo, la principal ventaja de este tipo de dispositivos, su portabilidad, es también su talón de Aquiles. El problema de la corta duración de las baterías aún no ha sido resuelto y es la gran rémora de los móviles de todo el mundo.
Desde el punto de vista de los fabricantes, en un hay una gran diferencia entre ordenadores y teléfonos móviles, ya que para diseñar, comercializar y distribuir los primeros es necesario mucho tiempo y dinero además de una gran infraestructura empresarial y casi siempre una buena imagen de marca. Por el contrario, todos sabemos que hay cientos, tal vez miles de fabricantes de smartphones que más o menos se las apañan para sacar al mercado modelos propios y que pueden no ser muy originales pero son fáciles de rentabilizar. Además, si hablamos de productos de gama alta, los PCs son infinitamente más poderosos que sus equivalentes en el mundo de los móviles. Por ejemplo, un procesador i5 es ocho veces más rápido que su igual en el mundo de los móviles. Y precisamente ésta es otra de las razones que limitan, al menos por ahora, el desarrollo de teléfonos móviles aún más potentes: un procesador rápido y poderoso gasta más batería. Un Galaxy S4 no dura más de 11 horas encendido con un uso continuado.
Otro argumento que parece cuestionar la importancia de llevar a todas partes un superordenador en el bolsillo es este: ¿cuántas veces has sacado de casa el portátil o incluso la tableta? Por otro lado, los añadidos que podemos encontrar en el mercado y que están destinados a hacer más cómodo el uso intensivo o especializado de los móviles (por ejemplo, teclados o pantallas para ser conectados al smartphone o la tablet), no hacen sino convertir un dispositivo portable en algo estacionario y más complicado de entrevistas. Y desde un punto de vista racional no se puede negar que los PCs de sobremesa son los que ofrecen más por menos, ya que por el precio de un móvil de gama media podemos comprar un ordenador de lo más decente. Finalmente, hay quien consigue la informática de consumo como un hábitat en forma de pirámide alimenticia, donde los smartphones se están comiendo a las tabletas, éstas a su vez a los portátiles, y los portátiles a los ordenadores de sobremesa.
Y tú, ¿crees que los móviles sustituirán algún día a los ordenadores?