No hace mucho dedicamos un artículo a cómo aprender un idioma de forma natural, unos cuantos consejos para dar ese paso que se nos resiste a veces. Aprender idiomas no tiene por qué ser un trauma, pero sí que nos podemos encontrar con que de repente lo necesitamos y no tenemos todo el tiempo del mundo para dedicarnos.
Es curioso que uno de los mayores motivos de bloqueo del aprendizaje de un idioma es preocuparse en exceso por los errores que cometamos. ¡Eso es exactamente el arma que deberíamos usar para hablar de forma fluida un idioma en muy poco tiempo! Nuestras inhibiciones hacen que aprender a desenvolverse en un idioma sea lento, caro y frustrante para muchas personas... Y lo curioso es que no es necesario gastar un exceso de dinero porque podemos aprender mucho más rápido.
Como decía, la clave son los errores cometidos. Eso lo comprobé en primera persona cuando aprendí alemán, y curiosamente hoy me encuentro un maravilloso artículo con un caso similar al mío (pero eso si, reconozco que el autor es brillante, no podría hacerlo en tan poco tiempo, creo). A continuación resumo sus claves.
- Lo mejor es hacer inmersión: un curso intensivo en el país nativo. Eso simplifica las cosas y minimiza las interferencias
- Leer el periódico y escuchar la radio a todas horas, aunque no entendamos nada, acumula "masa crítica". Por increíble que parezca en un momento determinado empezaremos a entender.
- Comete todos los errores que puedas, pero nunca dejes de hablar.
- Te darás cuenta de que lo peor que vas a mostrar a los demás es una (posible) pronunciación imperfecta y confundir, quizás, algún género, no saber alguna palabra o hablar "como un indio". Pero de nuevo, poco a poco, escalarás peldaños
Interesante filosofía, pero lo mejor es que ¡funciona! No solo eso: extrapola este método a todo lo que quieras aprender (ojo, porque en deportes mejor no cometer errores que pueden llevar a lesiones). A base de corregir esos errores se llega a aprender lo que haga falta. Es una técnica que no solo se basa en el sentido común, sino que permite dedicar el esfuerzo necesario sin derrochar energías, tiempo, ni dinero.
Foto | Paul Lowry