La conexión a internet se ha convertido en algo imprescindible. Los avances tecnológicos de los últimos años han sido vertiginosos, y de hecho tanto la velocidad como todas las posibilidades que ofrece una buena conexión de fibra y móvil son impresionantes.
El mundo está conectado gracias a miles de kilómetros de cables submarinos que recorren los océanos. Estas enormes estructuras son auténticas autopistas de la información que nos permiten enviar correos, hacer videollamadas o ver series en streaming.
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Cables submarinos de internet: ¿qué son y cómo funcionan?
Su origen se remonta al siglo XIX, cuando comenzaron a desplegarse los primeros tendidos telegráficos a través del océano Atlántico. Aquellos rudimentarios hilos de cobre que transmitían señales eléctricas fueron los precursores de la gigantesca red de fibra óptica que tenemos hoy.
Desde entonces hemos pasado de simples impulsos eléctricos a complejas señales que viajan a velocidades cercanas a la de la luz y que transportan cantidades ingentes de datos en tiempo real. Pero ¿cómo funcionan exactamente estos cables?
La clave está en la fibra óptica, un material que permite transmitir información a través de pulsos de luz. Cada cable puede contener decenas de pares de fibras, y cada fibra es capaz de transportar terabits de información por segundo.
¿Cómo se sumergen los cables en el fondo del mar?
Estos cables están protegidos por capas de acero, cobre y plástico que los hacen resistentes a las condiciones del fondo marino: deben soportar la presión, las corrientes oceánicas e incluso los ataques accidentales de tiburones o mordidas de otras criaturas marinas.
Pero el mayor riesgo para estos cables no proviene de la fauna, sino de la actividad humana: anclas de barcos, arrastres de pesca y, en algunos casos, sabotajes intencionados. Por ello, se diseñan con varias capas de protección y se suelen instalar en rutas muy concretas, estudiadas al milímetro para minimizar los peligros.
El despliegue de un cable submarino implica barcos especializados que van soltando el cable poco a poco, mientras avanzan siguiendo rutas previamente trazadas. Cuando es necesario, el cable se entierra en el lecho marino con máquinas que lo cubren para protegerlo. El coste de estas infraestructuras es multimillonario, pero la inversión merece la pena.
Una infraestructura imprescindible
Hoy en día, más del 95 % del tráfico internacional de internet pasa por estos cables submarinos. Satélites, 5G o cualquier otra tecnología inalámbrica no son capaces de igualar la capacidad, estabilidad y velocidad que ofrecen estas conexiones físicas. Por eso, gigantes tecnológicos como Google, Meta, Microsoft o Amazon participan activamente en su despliegue, financiando nuevos tendidos que unen continentes y que refuerzan la infraestructura global.
La innovación en este ámbito no se detiene: cada nueva generación de cables submarinos incorpora fibra óptica más avanzada, mayor densidad de transmisión y sistemas de amplificación que permiten transportar cantidades de datos inimaginables hace apenas una década. Estas mejoras aumentan la capacidad, y reducen la latencia y el consumo energético, aspectos clave para sostener el crecimiento de servicios en la nube, la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas a escala global.
Desde MASMOVIL esperamos que te haya resultado interesante conocer cómo funcionan los cables submarinos, una tecnología apasionante y relativamente nueva que sigue avanzando a pasos agigantados.