No, no es lo que crees. No es volverse loco, temporada tras temporada, por hacerse con un catálogo y escudriñar el popurrí de colores, muebles con nombres impronunciables y ocurrencias de diseñadores nórdicos. Aunque en sí mismo podría ser un fenómeno curioso (me pregunto yo: teniendo Internet y el catálogo completo, ¿por qué necesitamos tener la revista en el salón?), hablamos de otra cosa.

Hasta la mismísima Universidad de Harvard a través de su Business School ha hecho un estudio y ha acuñado un síndrome que se define rápidamente: cuando el trabajo acaba siendo amor, es decir, el efecto Ikea.

El nombre del efecto viene a reducir una realidad que ahora es más palpable que nunca: aquéllas cosas en las que tomamos parte de manera activa, que conllevan trabajo personal, acaban suponiendo una implicación emocional por nuestra parte. Es más: los datos del estudio avalan que el hecho de que esté hecho con nuestras propias manos gana puntos. Entre las personas que participaron en las actividades del estudio (se les pidió construir muebles precisamente de Ikea, armar un LEGO e incluso hacer piezas de origami), la percepción de "lo hecho por uno mismo" estaba mucho más valorado que la que asignaban como puntuación aquéllas personas que no habían formado parte.

Valoramos lo que sale de nuestras manos, ya sea un mueble o una presentación de power point que nos ha llevado su buen trabajo. Sentimos, de alguna manera, el síndrome de Stendhal pero de una manera distinta. Un "amor" que ha venido a llamarse como los grandes almacenes de decoración por esa filosofía tan suya de "llevátelo y móntalo en casa". Lo que era una artimaña comercial (causante de la reducción de costes de logística y almacenamiento y, por tanto, del precio final), ha supuesto un auténtico punto y aparte en nuestra manera de ser consumidores. Y, de paso, abre una puerta a una manera diferente de vincularse al consumo. Una en la que el ahorro de costes y mejorar la experiencia de usuario (uno de los objetivos prioritarios de esta nueva época del marketing y, especialmente, del marketing online) son ejes claves para vender.

Ahora, la experiencia auténtica pasa por saber que de nuestro esfuerzo depende el resultado final. De ahí, sin duda, el éxito del DIY que ha supuesto el resurgir de esas desbancadas manualidades. Un auténtico hito en la era digital repartido entre agujas de punto, troqueles y destornilladores. A tener en cuenta.

Foto | Mundo Ikea