En coches: "caballo grande, ande o no ande". En casas: "no quiero una casa, quiero un casoplón". En anatomía: "El tamaño importa". En móviles? ¿lo mayor es también lo mejor? Al parecer, sí.

La expectación por el reciente lanzamiento del iPhone 6 se vio aumentada con la presentación de su hermano cachas, el Plus. Cinco pulgadas y media de pantalla nada menos. Mucha gente pensó, y piensa, que Apple, siempre marcando tendencia, estaba señalando el camino a seguir. ¿Teléfonos móviles cada vez más y más grandes, y por tanto menos portátiles e inevitablemente más pesados y con mayor consumo de batería? A primera vista parece un contrasentido que acentuaría los problemas que presentan actualmente los smartphones.

Además, no han faltado las críticas que cuestionan el logro técnico que supone exhibir un pantallón con la tecnología Retina. Al parecer, lo que importa no es tanto el número de pulgadas sino el número de píxeles por centímetro cuadrado, que es al fin y al cabo lo que proporciona una buena definición a las imágenes. Y el iPhone 6, dicen, reescala el mapa de píxeles a 20 por cada 23 "de los antiguos", o lo que es lo mismo, donde antes había 23 píxeles ahora solo se ven 20. Es posible que solo los muy exigentes o los verdaderos expertos perciban una diferencia sustancial a primera vista, pero no deja de ser sintomático que un fabricante otorgue más importancia a vender una pantalla grande que a ofrecer una resolución óptima. Sobre todo si ese fabricante es Apple.

Para los que quieran hacerse una idea realista del tamaño del dichoso Plus, esta web es perfecta, pues ofrece fotos del teléfono en cuestión teniendo en cuenta el tamaño del monitor que estemos usando. Para los que ni siquiera se tomen la molestia lo resumimos: es muy grande.

Más grande aún, si de eso se trata, es el Samsung Galaxy Mega 6.3, un verdadero Godzilla que no sabemos si llamar Smartphone, phablet, tablet o qué. Exceptuando la obviedad de la enorme pantalla, sus especificaciones no distan mucho de las de cualquier otro modelo de gama alta, de modo que aquel que lo compre está pagando más por lo mismo, pero en grande. Lo cual puede tener sentido hasta el momento en que tenemos que salimos de casa con un bolso de mano para cargar con el trasto y su cargador.

Pero la resolución, dentro de ciertos estándares, deja de ser importante una vez se alcanzan los, por ejemplo, 720 ppp. Es casi anecdótica la diferencia que podamos percibir jugando al Candy Crush en un móvil de 720 ppp o en una pantalla de 1080. Pero un par de pulgadas extra sí que pueden cambiar la experiencia de jugar o consultar un mapa. Así que, si por un lado una pantalla demasiado grande (si es que existe tal cosa) puede ser un despilfarro, también es cierto que entre 4 y 5´5 pulgadas hay todo un mundo. La elección, como siempre, depende de cada cual y de su bolsillo.