Todos tenemos un chef dentro, lo cual está muy bien si no albergamos además un comprador compulsivo con gusto dudoso. Y la verdad, que tire la primera piedra el que no haya marcado alguna vez el teléfono de teletienda a altas horas de la madrugada para unos días después arrepentirse al tener un extraño pelahuevos en la cocina y unos cuantos euros menos en el bolsillo. No pasa nada. Después de ver la lista de despropósitos culinarios que te ofrecemos a continuación, ese pelahuevos dejará de parece que tan inútil y tan "raro".

¿Habías oído hablar alguna vez de un "destapabananas"? Nosotros tampoco. Ni nadie. Solamente un selecto grupo de personas (concretamente su creador y sus amigos) han podido contemplar en la realidad este extraño artilugio cuyo cometido es perforar el centro de un plátano para que no puedas rellenar con una crema de tu sabor favorito. Está registrado, patentado y... mecachis, todavía no comercializado. Si crees que hay negocio en el competitivo mundo de la perforación de bananas puedes convertir que en el distribuidor exclusivo del "Destapabanana" en prácticamente cualquier país del mundo excepto Argentina, de donde son sus inventores.

Si todavía sigues leyendo es que eres valiente, muy valiente. Y alguien como tú seguro que tiene el antebrazo cubierto de llamativos tatuajes marineros, esqueletos, lemas moteros y cosas por el estilo. ¿Cómo? ¿Que no es así? Pues al menos mientras estés cocinando puedes aparentar tener un antebrazo con más tinta que El Quijote gracias a estos increíbles (en todos los aspectos) guantes de cocina. De verdad, aunque al mismo tiempo lleves puesto un delantal de lazos, que quedará una pinta de canalla glamouroso cocinillas y nadie se atreverá a decir que tu asado no es sublime. Sobre todo si lo llevas puesto cuando pongas la bandeja sobre la mesa. Cuesta 11 euros.

Y llegamos al nunca suficientemente explorado mundo de los utensilios de cocina con formas inauditas en. Patos abrelatas, cafeteras con forma de bola metálica con pinchos, abre-nueces con forma de Hillary Clinton (no es una errata) o separadores rellenas de huevo con forma de cabeza de troll no sólo son posibles sino que existen, están a la venta y hasta es posible que alguien nos haya comprado. Con cacharros así, la expresión "accidentes de atender que comer girando uno mismo el tenedor cocina" adquiere un nuevo significado.

Al lado de lo anterior, este tenedor giratorio para comer espaguetis resulta de una normalidad conmovedora. Eso sí, si lo use debería asegurarse de que tiene las pilas lo suficientemente cargadas antes de empezar el almuerzo, no vaya a ser que se quede a medias y tenga que girar "a mano" el tenedor de marras. Después de acostumbrarse a algo tan cómodo y efectivo, debe ser traumático tener que comer de nuevo girando uno mismo el tenedor. ¿O tal vez tener otro tenedor de reserva al lado por si acaso? ¿Y para cuando un modelo con dispensador de salsa?

Dicen que una buena broma es igual a una desgracia más el paso del tiempo. Los creadores del GinTitonic claramente apoyan esta idea. Sólo así se explica su ocurrencia de fabricar cubiteras de hielo con la forma del Titanic y de icebergs. Lo cierto es que el efecto es cuando menos curioso y desde luego uno no tiene por qué limitarse a usar estos curiosos cubitos sólo con el gintonic. Aunque parte de la gracia esté en el nombre, una limonada con barquitos de hielo flotando no quedaría nada mal. Y cuando se vayan derritiendo poco a poco y hundiéndose en el fondo del vaso, no podremos evitar una sonrisa.

Finalmente, no podíamos dejar de referirnos a la inmensa variedad de cuchillos que pueblan las madrugadas de teletienda. Si uno no hace caso a los anunciantes, podría pensar que haya venta cuchillos de materiales que ya quisiera para sus garras el mismísimo Lobezno, por no hablar de las fascinantes maneras de presentar sets de cuchillos que ha ideado la mente humana. Valga como botón de muestra el ya clásico monigote "acribillado" que seguramente resulte muy gracioso los primeros días, un poco menos gracioso cuando tengamos que limpiarlo a diario, y francamente falto de gracia cuando empieza a perder su color o se desprendan algunas sujeciones. Definitivamente, es uno de esos objetos que una vez entran en nuestra cocina consiguen que pensemos más a menudo en salir a cenar fuera.