En España existen infinidad de tarifas distintas para contratar un servicio de telefonía móvil. De hecho, hay más alternativas de precios que, por ejemplo, para operaciones financieras como créditos al consumo o hipotecarios, y eso que hay más entidades bancarias que operadores. El problema de tanta abundancia no hace más que complicar el panorama de la telefonía y las comunicaciones, especialmente el de la telefonía móvil, donde el "marketing de la confusión" campa a sus anchas.

Esta confusión no es nueva, sino que ha ido tomando distintas formas desde que a mediados de los 90 empezó la vorágine de los móviles. Al principio, alguien inventó la acción de regalar un móvil cuando comprabas un pack de latas de atún o te tomabas un gin tonic en un bar. La idea era clara: te regalamos un quinqué para luego venderte la gasolina. En este caso, te damos gratis un móvil para luego cobrarte las llamadas a 130 pesetas el minuto (¡80 céntimos el minuto más establecimiento!).

Cuando las llamadas empezaron a antojarse caras a los usuarios, se desató la 'moda' de las tarifas con horario. "Habla gratis por la noche" decían, como si nuestro novio o cliente estuviera dispuesto a escucharnos a las tres de la madrugada.

Últimamente estamos en la era de las tarifas planas: Pagas 50 euros todos los meses y puedes hablar 1.000 minutos gratis. Esto te invita de manera subliminal a dividir 50 entre mil, para llegar a la conclusión de que pagas a 5 céntimos el minuto, cuando es evidente que si hablas la mitad de minutos el precio no es 5 sino 10. Y si un mes no usas el teléfono porque estás de vacaciones, pues 50 euros. Pero es que si, además, hablas más minutos de los incluidos en la tarifa plana, cobran unos 20 céntimos el minuto más establecimiento.

Lo que también continua es la tendencia de llévate "el Nokia XYZ por 0 euros". Pero esto tiene truco, ya que para ello tienes que pagar los famosos 50 ó 100 euros y comprometerte a estar 18 meses en el contrato y en la tarifa. Si te vas, serás penalizado por "la permanencia" con cierta cantidad de dinero, en muchas ocasiones superior a lo que cuesta el teléfono. Ya tenemos suficiente con tener una hipoteca como para encima estar atados con una permanencia a nuestro operador móvil, cuando en este sentido deberíamos ser libres para elegir lo que más nos convenga en un momento determinado.

Pero esta confusión tiene una solución muy fácil: dedicar escasos minutos de nuestro tiempo a hacer cuentas. Si partimos de la base que la mayor parte de la factura tiene que ver con las llamadas (a móviles y fijos) y con los SMS, hay que coger la última que nos haya llegado y, en primer lugar, buscar tres datos básicos: el importe (sin IVA) de llamadas a fijos y móviles, el número de minutos en el mes (viene expresado en horas, minutos y segundos, pásalo a minutos) y el total de SMS enviados. Ya sabemos que en la factura hay otros capítulos como llamadas a números especiales, llamadas internacionales, etc..., salvo que en su caso sea un importe alto, déjalo aparte.

En segundo lugar, hay que buscar un operador que cobre por minuto y por SMS y anotar los que cuesta (sin IVA) el establecimiento de llamada (normalmente 0,15 euros), el minuto (un ejemplo real es 0,03 euros el minuto) y por SMS (el mismo caso real, 0,08 euros el mensaje). Y con ello tres sencillas multiplicaciones:

-Nº de llamadas por 0,15 = A

-Nº de minutos por 0,03= B

-Nº de SMS por 0,08 = C

... Y una suma: A+B+C = X

El último paso es comparar X con lo que te cobran en tu factura por llamadas normales y SMS. Lo mismo te das cuenta que es mejor comprarte el móvil que quieras y escoger un operador en el que pagues de manera justa lo que consumes. Verás la diferencia.

¡Actúa en consecuencia!

Firmado: José F.

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